Historia
Familia Strauss
No todos los Strauss suenan igual. Tampoco han pasado a la historia con la misma fortuna. El fundador de la saga, que siempre permaneció fiel al Emperador, fundó en 1825 una orquesta de 14 músicos y acabó conquistando al público con sus propias composiciones. Fundó, casi sin darse cuenta, una singular empresa familiar única en la época, dedicada a crear música de inmediato éxito popular. En 1835 fue nombrado Hofballmusikdirektor (Director de Bailes de la Corte) y, sin renunciar a las mieles del éxito local, abrió nuevos caminos empresariales llevando a su orquesta de gira a Berlín, Estrasburgo, Hamburgo, París, Amsterdam, Londres y otras muchas ciudades europeas. Compuso un total de 251 piezas, entre polcas, galops, cuadrillas, marchas y un catálogo de 152 valses publicados, entre ellos “Lorelei”, “Gabriele”, “Taglioni” y “Elektrische Funken”. Ninguna de sus obras, justo es reconocerlo, alcanzó la extra-ordinaria popularidad de su “Marcha de Radetzky”, escrita en honor del reaccionario mariscal Radetzky y convertida finalmente en la inevitable y esperada obra final de cualquier edición del Concierto de Año Nuevo que se precie.
De izquierda a derecha: Eduard Strauss (el más pequeño de los hermanos), Johann Strauss II (el más célebre) y finalmente Josef Strauss.
Johann Strauss II con su primera esposa, la mezzosoprano Henrietta Treffz.
Las relaciones con su hijo, que acabaría siendo el más célebre de la familia y al que todos llamaban cariñosamente “Schani”, fueron conflictivas y quedaron marcadas por la rivalidad profesional alimentada con gusto por los vieneses, encantados de ver enfrentados a dos compositores del mismo nombre al frente de sus respectivas orquestas. La declaración de un crítico resultó profética: “¡Buenas noches, Lanner! ¡Buenas tardes, Johann Padre! ¡Buenos días, Johann Strauss hijo!”.
Desde que debutó al frente de su propia orquesta en 1844, en el casino Dommayer de Hietzing, el estilo de Johann Strauss II, más refinado y rico en melodías de enorme belleza, causó furor en Viena. Cuando murió su padre, fusionó las dos orquestas y se lanzó a una gira por Austria, Alemania, Polonia y Rusia. El vals comenzó a conquistar el mundo de forma imparable y, sin dejar de ser vienés, se hizo universal gracias a su genio. Ocupó el puesto del Director del Baile de la Corte, como su padre, pero acabó cediendo el cargo a su hermano Eduard para poder concentrar su tiempo en la composición de operetas. En 1872 acepto una invitación para visitar Estados Unidos y dirigió cerca de veinte conciertos multitudinarios en Nueva York y Boston. Su impresionante catálogo supera las 500 obras, con obras maestras tan populares como “Cuentos de los bosques de Viena”, “Sangre vienesa”, “Vida de Artista”, “Voces de Primavera”, “Rosas del Sur”, el majestuoso “Vals del Emperador” y, naturalmente, el llamado popularmente Vals del Danubio azul y que, como hemos citado anteriormente, se titula “El bello Danubio azul” (An der schönen blauen Donau). Enamorado del teatro, realizó una triunfal carrera en el mundo de la opereta: “El murciélago” y “El barón gitano” son sus obras maestras, en un nutrido catálogo que incluye títulos como “Una noche en Venecia”, ”Indigo y los 40 ladrones”, “Sangre vienesa”. Y entre sus electrizantes polcas figuran clásicos como “Bajo truenos y relámpagos”, “A la caza”, “Corazón ligero”, “Trish-Trash-Polca” y “Polca de Anna”. A su muerte, el temible crítico vienés Eduard Hanslick declaró que Johann Strauss II era “el genio vienés más original de su época”.
La figura de Josef Strauss, segundo hijo de la familia, se revaloriza con el tiempo y cada vez gana más protagonismo en los conciertos, sin llegar a desbancar a su célebre hermano, pero sorprendiendo por la inspiración y la excelente factura de sus obras. Poeta, inventor y director de orquesta, Josef, compuso 283 obras, firmando obras maestras como “Música de las esferas” y, junto a su hermano, la celebérrima “Pizzicato-Polca”. Una de sus páginas, “Dynamiden”, fue utilizada como tema por Richard Strauss (nada que ver con la familia Strauss) en su ópera “El caballero de la Rosa”.
Por su parte, Eduard Strauss probó fortuna al frente de su propia orquesta, pero finalmente acabó asumiendo la dirección de los conciertos de la corte y de la orquesta de su hermano. De alguna forma, mientras Johann II se dedicaba a componer, Eduard mantenía la incesante actividad concertística, esencial a la hora de divulgar la producción musical de toda la familia. En Viena los dos escenarios de sus series de conciertos fueron en verano el Volksgarten y en invierno el Musikverein. Realizó numerosas giras, incluidos los Estados Unidos y finalmente, en 1901 disolvió la orquesta fundada por su padre tras 75 años de éxito continuado. Como compositor, su catálogo llega a las 318 dansas y valses que permanecen a la sombra de su hermano, como. El vals “Fesche Geister”, y las polcas “Ohne Bremse” y “Bahn frei!” ilustran bien su estilo. Eduard tuvo un hijo, Johann Strauss III, nacido en 1866, que fue el último de la dinastía de los Strauss compositores de valses. Dirigió conciertos populares en Viena y Berlín. Resulta inútil intentar analizar el secreto del vals vienés y su papel esencial en el desarrollo de una música de incuestionable calidad y, al tiempo, capaz de llegar a todo tipo de públicos. Unos aseguran que la clave de su éxito es que transmiten alegría de vivir; otros se sienten atraídos por su ligera melancolía y también los hay que disfrutan el sensual erotismo que los envuelve.
Johann Strauss II con el compositor alemán Johannes Brahms (1833-1897) tomada en 1894. Fueron amigos íntimos.
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